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martes, 31 de agosto de 2010

¡Hola Chiapas!




Después de la bonita encuerada en las playas de Zipolite era momento para avanzar hacia Huatulco, siempre bajo la tutela y la excelente orientación de Juanjo, quien nos dio oportunidad de dormir en su casa. El domingo por la tarde ya nos encontrábamos en Bahías de Huatulco descansando para aprovechar lo más posible el lunes y visitar algunas de las 36 playas que hay en Bahías. Pues todo transcurrió conforme a lo planeado, sin embargo, comenzó la lluvia y sólo hubo tiempo para conocer tres playas. Prácticamente vírgenes.


Bahías de Huatulco

El resto de la tarde se aprovechó para dejar todo listo para la aventura del día siguiente, ya que rodaríamos hacia Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Tristemente, nos dimos cuenta de un comunicado que informaba que toda la zona que atravesaríamos se encontraba en alerta debido a las fuertes lluvias; entonces, después de haber visto los deslaves de los cerros, se decidió avanzar en camión por este tramo y no exponernos a un desgaje de cerro.


La princesa conoció el mar

Por lo tanto, el mismo lunes nos trepamos al camión y hoy martes, escribimos desde Tuxtla Gutiérrez, en donde encontramos una tienda para reabastecernos de aceite y lograr entablar relación con el dueño y rodar mañana miércoles por los miradores del Cañón del Sumidero. Más tarde, y ya solos, rodaremos a San Cristóbal de las Casas.


Bahía de Tangolunda


Ciclistas

Lo raro: ha llegado un sentimiento extraño que nos empapa de cierto pesar por seguir rodando, sabemos que el final de esta travesía está cerca, muy cerca.

lunes, 30 de agosto de 2010

El andar hacia la costa


La ciudad de Oaxaca superó nuestras expectativas, como siempre. Más que nada su gente maravillosa, en particular la familia que nos recibió. Y es que, en este viaje he venido adoptando gente para que forme parte de mi nueva familia, una familia que comprende varios estados del país y con mucha variedad en parentesco. Los nuevos tíos, Silvia y Salvador, estuvieron siempre al pendiente de nosotros. Desde la alimentación , compartiendo pláticas y risas a la hora del té, que son siempre un agasajo, hasta evitar que fuéramos embestidos por Jackson, el golden de la casa.

Mis tíos Silvia y Salvador

La visita se prolongó dos días más debido al clima, así que partimos el jueves a las 10:30 y para las 6 de la tarde, ya nos encontrábamos en Miahuatlán.

Ponchado a 10 kms de Miahuatlán

Las ansias de llegar a la costa oaxaqueña ya nos consumían y decidimos tomar un transporte para llegar ese mismo día a San José del Pacífico, famoso por sus hongos. Ya en San José conseguimos una modesta cabaña por $100 y a la mañana siguiente continuamos rodando, esta vez el objetivo estaba fijo en llegar finalmente a la costa, a Zipolite.

Cenando en San José del Pacífico

Vista desde la Cabaña en San José del Pacífico

Sierra Oaxaqueña

Pues entre lluvia, neblina, camino sinuoso y en mal estado, pudimos toparnos con el mar ocho horas después de haber iniciado a rodar. Apenas nos instalamos en nuestra cabaña en Zipolite comenzó una ligera lluvia. Era momento de dormir.

Durante la mañana del sábado el recorrido fue por la playa de Zipolite y gracias a la ayuda de Juan José, nos trasladamos al área nudista. Era necesario desmarcar lo quemado de las piernas así que procedí a tomar el sol como se debe.

En Mazunte con Juanjo

Ya en la tarde nos fuimos a las playas de Mazunte y San Agustinillo para tratar de perder lo menos posible en cuanto a paisajes.

San Agustinillo

Al caer el día yo me encontraba ya en mi cabaña, cuando comenzó a caer una fuerte lluvia. Todo iba bien hasta ese punto, sin embargo la "peor" noche del viaje estaba por comenzar. Tan fuerte fue la tempestad, que hubo un apagón general, así que me olvidé de tener ventilador, situación que inundó la habitación de mosquitos; y los mosquitos pican, entonces si me cubría con la sábana me sofocaba el calor y si me destapaba me encontraba indefenso ante el ataque de los mosquitos. ¿Solución? Hacerme aire con la toalla no funcionó (me cansé a los diez minutos), intenté instalar la casa de campaña dentro de la cabaña pero no resultó, traté de acabar con los mosquitos pero fui brutalmente masacrado, así que me tuve que hacer a la idea de no dormir.

San Agustinillo

Y así fue. A las 5:00 a.m. me dirigí a la hamaca con una sábana y así dormí hasta las 9:00 a.m. Luego me devolví al cuarto y, ya con energía eléctrica y ventilador, pude dormir hasta la 1:00 p.m. La rutina comenzaba de nuevo, a levantar todo el equipaje y a movernos: Huatulco.

Lo bonito: En Zipolite conocí a Juanjo, quien vive en Bahías de Huatulco, así que me invité con él para poder dormir en su casa, a lo que accedió inmediatamente y, tanto a la bici como a mí, nos ha tratado como si nos conociéramos de hace tiempo. Se agradece tanta confianza, en verdad. Saludos desde Bahías de Huatulco.

Lo más bonito: la lesión sanó y no me había percatado. La alimentación (por orden expresa del nutriólogo) se ha convertido en: muchos frijoles, mucho arroz y muchas tortillas.

Lo bello: parte de la sierra de Oaxaca que recorrimos.

lunes, 23 de agosto de 2010

Sur. Bendito sur.


350 kilómetros, más, menos y tres días de camino.
El recorrido para llegar a Oaxaca ha sido el más largo hasta el momento y no sólo por la distancia o por el tiempo en llegar hasta este punto, sino también por los contratiempos que surgieron en el transcurso.


Primer campamento rumbo a Oaxaca


El jueves 19 de agosto salimos desde Cholula con la intención de recorrer al menos 150 kilómetros para llegar a la caseta deTehuacán. ¡Oh desilusión!, apenas pudimos recorrer 120 debido a un tirón en la pierna izquierda, la primera lesión en todo el viaje, entonces fue necesario comenzar con la búsqueda de un lugar adecuado para instalar el campamento. Y lo encontramos sin mucho esfuerzo, pues nos percatamos de la presencia de un campamento de trabajadores que se encontraban rehabilitando una carretera aledaña a la que nosotros (sí, nosotros; mi bicicleta y yo) íbamos rodando. Ya sólo se encontraba el velador con unos mecánicos, quienes de inmediato accedieron a nuestro deseo de poder instalar nuestro campamento junto con el suyo. Ya por la noche y con todo en su lugar, "el vela" nos convidó dos panes de dulce. Mismos que fueron devorados junto con un poco de agua.


Al fondo, el Pico de Orizaba

A la mañana siguiente era nuestro turno para compartir el desayuno con "el vela", así que entre los dos terminamos con una pequeña porción de guayabas que cargábamos desde Puebla. Antes de retomar el hilo del viaje me percaté de la presencia de otro volcán, pero no tenía la menor idea de frente a cuál me encontraba. Era el Pico de Orizaba.
En el primer momento en que comenzó el viaje me di cuenta de que la lesión no mejoraba, sin embargo poco se podía hacer, así que se pedaleó con ese dolor. Al medio día y cuando el dolor era casi insoportable, llegamos a una estación de la Policiía Federal, quienes nos proporcionaron una pomada y, un oficial nos regaló piña y papaya en generosas cantidades. Más tarde, al llegar a otra caseta, personal del servicio médico nos explicó que el tirón podía ser a causa de deshidratación y falta de una buena alimentación. La sugerencia final fue que no se forzara tanto al cuerpo.



Segundo campamento rumbo a Oaxaca



A las cinco de la tarde detuvimos las acciones en plena subida y el campamento fue desempacado en plena sierra.
El sábado comenzamos a rodar a las 8:00 am con el primer contratiempo: los lentes habían desaparecido.


El segundo contratiempo, en plena subida, fue la primera ponchadura.
El tercer incidente ocurrió diez minutos después: la bolsa derecha del equipaje se enredó en la llanta trasera.


Cinco minutos después el ojo derecho tenía algo dentro y no se quitó en todo el día.


En fin, después de otras dos ponchaduras más, lluvia, sed, desesperación y 14 horas de pedalear, llegamos a casa de Silvia, una persona maravillosa con una familia preciosa que nos dio la bienvenida a Oaxaca, parte del sur...




Tlayuda


Árbol del Tule


Catedral




Chocolate El Mayordomo




Chocolate El Mayordomo





Zócalo de Oaxaca

Monsi en Oaxaca



miércoles, 18 de agosto de 2010

Reinicio del viaje

Con Víctor y Jair

Nuestra estancia en Chihuahua la disfrutamos bastante, ya que pude compartir las anécdotas del viaje con mis mejores amigos y con la familia.
Afortunadamente mi papá mejoró en pocos días, situación que aligera el viaje. Por otra parte, durante el receso obligado me vi obligado a terminar lo que comenzaba a parecer una bonita relación, situación que dolió, pero, ¿para qué son los caminos sino para tirar el drama extra que causa una cuasi ruptura? Así que después de tres largas semanas de ausencia de las carreteras, pudimos retomar el camino del DF hacia Puebla, una prueba que ya se nos había anticipado como pesada.


Con Chema, a punto de partir.



El reencuentro con la vida de nómada no fue un choque tan fuerte como se hubiera pensado;
el viernes 13 de agosto llegamos al DF y partimos el domingo rumbo a Puebla, sin embargo, la desvelada de la noche anterior fue mortal y únicamente dormí cinco horas. A las 13:00 horas esátabamos saliendo de Xoxhimilco y la mancha urbana la abandonamos a las 15:00 horas. Así que desde ese momento ya sabíamos que no íbamos a poder llegar en un solo día.


Ixtpaluca



Era demasiado tarde y la pendiente bastante pronunciada y prolongada. Sin embargo, durante el viaje era posible ver a este ciclista con una sonrisa bien plantada. La carretera federal México - Puebla es una ruta difícil así que sólo recorrimos 40 kms y llegamos a Ixtapaluca, en donde policías municipales nos permitieron dormir en un establo. Cuando se pidió la oportunidad de pasar la noche en la estación de policía (ubicada a un lado de la carretera y con un paisaje privilegiado) inmediatamente nos dieron el sí para quedarnos ahí e insistieron en que comiéramos con ellos. Así que no nos hicimos del rogar y comimos varios tacos de papa con pollo.


El campamento en el establo



Ya por la noche se dispuso todo lo necesario para dormir y en la reflexión obligada, se me salieron algunas risas. Era maravilloso continuar con la aventura, dormir entre paja, tener al Iztaccíhuatl de frente, dormir acompañado de caballos. A la mañana siguiente partimos en punto de las 9:30 de la mañana para recorrer 6 kms más de subida y agarrar bien los manubrios para la bajada.


De Ixtapaluca a Puebla


Autopista México-Puebla



Al pasar Llano Grande fue todo amor: bajada y recta. El camino cedía un poco, por fin. Si mal no recuerdo, llegamos a la Universidad Iberoamericana al filo de las 15:00 horas con mi ex jefe, Víctor Mendoza y nos resultaba tremendamente reconfortante ver una cara conocida tan lejos de Chihuahua. Comimos con su equipo de trabajo y además tuve la oportunidad de conocer a Chava, simple y sencillamente un tipazo, quien no perdió oportunidad en compartir varios consejos para nuestro futuro paso por Chiapas.


Compartiendo camino con el Iztaccíhuatl



El martes 17 me trasladé de Cholula a Puebla para recorrer lo más que se pudiera, así que aproveché para tomar el Turibus.


Catedral de Puebla


Cemita con pollo


Desde la Iglesia Los Remedios, Cholula.


Desde la Iglesia Los Remedios, Cholula.


Zona arqueológica en Cholula


Zona arqueológica en Cholula