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lunes, 30 de agosto de 2010

El andar hacia la costa


La ciudad de Oaxaca superó nuestras expectativas, como siempre. Más que nada su gente maravillosa, en particular la familia que nos recibió. Y es que, en este viaje he venido adoptando gente para que forme parte de mi nueva familia, una familia que comprende varios estados del país y con mucha variedad en parentesco. Los nuevos tíos, Silvia y Salvador, estuvieron siempre al pendiente de nosotros. Desde la alimentación , compartiendo pláticas y risas a la hora del té, que son siempre un agasajo, hasta evitar que fuéramos embestidos por Jackson, el golden de la casa.

Mis tíos Silvia y Salvador

La visita se prolongó dos días más debido al clima, así que partimos el jueves a las 10:30 y para las 6 de la tarde, ya nos encontrábamos en Miahuatlán.

Ponchado a 10 kms de Miahuatlán

Las ansias de llegar a la costa oaxaqueña ya nos consumían y decidimos tomar un transporte para llegar ese mismo día a San José del Pacífico, famoso por sus hongos. Ya en San José conseguimos una modesta cabaña por $100 y a la mañana siguiente continuamos rodando, esta vez el objetivo estaba fijo en llegar finalmente a la costa, a Zipolite.

Cenando en San José del Pacífico

Vista desde la Cabaña en San José del Pacífico

Sierra Oaxaqueña

Pues entre lluvia, neblina, camino sinuoso y en mal estado, pudimos toparnos con el mar ocho horas después de haber iniciado a rodar. Apenas nos instalamos en nuestra cabaña en Zipolite comenzó una ligera lluvia. Era momento de dormir.

Durante la mañana del sábado el recorrido fue por la playa de Zipolite y gracias a la ayuda de Juan José, nos trasladamos al área nudista. Era necesario desmarcar lo quemado de las piernas así que procedí a tomar el sol como se debe.

En Mazunte con Juanjo

Ya en la tarde nos fuimos a las playas de Mazunte y San Agustinillo para tratar de perder lo menos posible en cuanto a paisajes.

San Agustinillo

Al caer el día yo me encontraba ya en mi cabaña, cuando comenzó a caer una fuerte lluvia. Todo iba bien hasta ese punto, sin embargo la "peor" noche del viaje estaba por comenzar. Tan fuerte fue la tempestad, que hubo un apagón general, así que me olvidé de tener ventilador, situación que inundó la habitación de mosquitos; y los mosquitos pican, entonces si me cubría con la sábana me sofocaba el calor y si me destapaba me encontraba indefenso ante el ataque de los mosquitos. ¿Solución? Hacerme aire con la toalla no funcionó (me cansé a los diez minutos), intenté instalar la casa de campaña dentro de la cabaña pero no resultó, traté de acabar con los mosquitos pero fui brutalmente masacrado, así que me tuve que hacer a la idea de no dormir.

San Agustinillo

Y así fue. A las 5:00 a.m. me dirigí a la hamaca con una sábana y así dormí hasta las 9:00 a.m. Luego me devolví al cuarto y, ya con energía eléctrica y ventilador, pude dormir hasta la 1:00 p.m. La rutina comenzaba de nuevo, a levantar todo el equipaje y a movernos: Huatulco.

Lo bonito: En Zipolite conocí a Juanjo, quien vive en Bahías de Huatulco, así que me invité con él para poder dormir en su casa, a lo que accedió inmediatamente y, tanto a la bici como a mí, nos ha tratado como si nos conociéramos de hace tiempo. Se agradece tanta confianza, en verdad. Saludos desde Bahías de Huatulco.

Lo más bonito: la lesión sanó y no me había percatado. La alimentación (por orden expresa del nutriólogo) se ha convertido en: muchos frijoles, mucho arroz y muchas tortillas.

Lo bello: parte de la sierra de Oaxaca que recorrimos.

1 comentario:

  1. Perroooooooooooooo!!! jajaja animo mijo!!! ya esta por concluir su aventura y de regreso a su hogar jejeje sigo aqui de vicioso con tu blog, veo que estas "sufriendo" mucho alla por el sur eh jajaja

    Me da gusto que sigas adelante, eso si, con sus debidas precauciones para evitar malos ratos... un abrazo desde la sierra de chiwas y animo!!!

    Ivan Gardea

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