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viernes, 23 de julio de 2010

Segunda llamada... Segunda.


La Torre Latinoamericana desde Bellas Artes

El domingo 18 de julio, la hora de arranque fue peculiarmente temprana, ya que se debía concluir con la peregrinación tempranotres de la mañana. El campamento fue debidamente levantado para partir dos horas más tarde. Proseguimos todos los ciclistas hasta llegar a la Basílica de Guadalupe y de ahí me despedí del pequeño grupo al que pertenecíamos. Ya solos, avanzamos por Av. Misioneros y antes de llegar a Paseo de la Reforma nos topamos con un ciclista que nos ofreció indicaciones para llegar a Bellas Artes.


En Chapultepec

Sin embargo, después de varios semáforos coincidimos nuevamente y comenzó la plática.


Monumento a los defensores de la patria

Para nuestra sorpresa, Paseo de la Reforma estaba cerrado a los vehículos y se encontraba destinado para uso exclusivo de peatones y ciclistas. Así que Antonio se ofreció a darnos un tour por esta avenida y por el bosque de Chapultepec.


Paseo de la Reforma

Después de rodar un rato con Antonio, partimos rumbo al Hostal Los Virreyes para hospedarnos, ya que hasta ese momento no contábamos con alguna persona que nos pudiera recibir en su casa.


Hostal Los Virreyes

Por la tarde, surgió la maravillosa idea de ir a caminar por la Alameda Central y, para hacer la tarde perfecta tuitear desde ese atiborrado lugar. Pues la consecuencia fue un intento de asalto. El botín buscado: iPod. No pasó del intento y algunos rasguños.
A la tarde siguiente nos mudaríamos hasta Xochimilco con el buen Chema, quien amablemente nos recibió en su hogar. Podríamos pasar horas recontando todos los conocimientos tecnológicos que compartió Chema, pero no es la ocasión.


Bellas Artes desde Av. Benito Juárez

El martes tuvimos la oportunidad de pasear con Sandra, una chava bellísima, con una actitud siempre abierta a ayudar y, por supuesto, a rodar. Ella nos llevó a visitar Ciudad Universitaria y Coyoacán.
El 21 de julio todo transcurría en calma. Una fortificante comida en el mercado, una nieve y una caminata de regreso a casa. Cuando ya estábamos en casa recibimos una llamada de mi madre.


Con Padilla

Así que, sin abundar en detalles sobre la llamada, sólo anotaremos que escuchar la voz de mi padre ayudó a que en menos de un minuto se tomara la decisión: el retorno a Chihuahua era impostergable y debía realizarse de inmediato. Así pues, la situación se comentó con Chema y accedió a cuidar la bicicleta y el equipaje hasta nuestro retorno para continuar nuestro viaje...

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